Van muriendo uno a uno los débiles latidos
Que mantenían con vida mis anhelos.
Cual pétalos al aire van cayendo uno a uno
Y en una danza extraña y melancólica
Se deshojan las flores de mis sueños.
¿Donde quedo la risa de alegres cascabeles?
¿Quien borro el colorido de cantos y de juegos
Que marcaban mis horas cuando niños?
Tal vez en los rincones oscuros de mis días
De mis pasos de niña, de mi dicha de antaño
Los cánticos sonoros se quedaron dormidos.
Y un oleaje macabro de distintas tristezas
Se llevó entre sus aguas la paz en que vivía
Borrando todo rastro de luz y de alegrías.
Dejándome tan solo el amargo resabio
Donde hubo calidez
y compañías.
Hoy es solo el silencio en mis islas dormidas
Que mata la esperanza, que ahoga las sonrisas
Que ata, inmoviliza y aniquila.
Un grito sofocado no encuentra ser oído
Un aguijón que muerde sin tregua noche y día
Un dolor que carcome sin medida.
Aislada entre los valles lejanos de lo incierto
Cercada con altiva pared de indiferencia
Avanza mi camino sobre un paraje muerto.
Llora el alma entre sombras recluida
Desgarrador dolor que le calcina
Helada soledad, cual afilada daga, acabas con mi vida.